Cuando la vida te presenta pruebas dolorosas, y el alma se siente herido consuelo y paz cristiana por la aflicción, recuerda que siempre estás protegido por el amor divino. Sus manos te ofrecen paz. No temas encomendar tus cargas a su cuidado, pues Él es tu refugio y fortaleza en medio de la tormenta. Busque refugio en la oración y el canto